Juan Pablo Maldonado García, el murciélago nocturno que volvió a la mañana para jubilarse por sorpresa.
El 10 de diciembre de 1964 nacía Juan Pablo en El Padul (Granada), al modo primitivo de la España rural, o sea, en el dormitorio de sus padres. Era el cuarto hijo de la que sería una prole numerosa de seis hermanos en total.
De pequeño comenzó la EGB en el Colegio San Sebastián (patrón de El Padul). Por entonces nadie llamaba así al colegio, sino “Las Escuelas Nuevas” (pronúnciese sin la “s” final, por supuesto, y abriendo mucho la vocal de un modo radicalmente granaíno: “Lahhh Escuelahhh Nuevahhh”).

Aunque ya en 7º de EGB se iría interno al Seminario Menor de Granada y hasta 1º de BUP estuvo viviendo tres años de vida religiosa y monástica. Nunca tuvo vocación sacerdotal -aunque fuese feliz cantando en el coro religioso- pues le gustaban muchísimo las mujeres. No tenía mal gusto el chaval pues su listón lo marcaban Ava Gardner, Elisabeth Taylor, Rita Hayworth, Gina Lollobrigida, Audrey Hepburn, Gloria Grahame, Ingrid Bergman, Grace Kelly, o Ana Belén, o Jeanette… (Y es que desde su más tierna infancia, cuando todos sus hermanos tenían que irse a la cama, él suplicaba a su madre –y la convencía- para que le dejase ver a aquellos bellezones en películas nocturnas, que solían tener dos rombos).

Desde 2º de BUP siguió en el mismo colegio granadino, el Virgen de Gracia, pero ya como alumno externo. Su cuerpo salió del internado y su espíritu del catolicismo. Ya en 3º de BUP era de “letras puras”, pues lo suyo era la Historia, la Arqueología, el Arte, la Literatura, la Filosofía, el Latín, la Música, el Cine… aunque tuviese pasión por la Biología evolucionista y amor total por la Astronomía. Tomó el camino más fácil (él siempre algo vago y muy hedonista) y se deslizó en la Universidad hacia Geografía e Historia, especializándose en Prehistoria y Antigüedad. Pero en el verano de 1986 su vida dio el vuelco más decisivo, pues una tal Yolanda, hija de paduleño pero que se criaba en la catalana Badalona -de un modo increíble e inaudito- lo aceptó como novio. La Universidad no fue la que lo hizo un hombre, sino aquella chica maravillosa. Desde entonces se pellizca todos los días para saber si está soñando.

Un Juan Pablito imberbe, flacucho, aniñado, como una especie de Woody Allen, ya daba clases con 23 años (año 1988) y aprobó en sus segundas oposiciones en 1989. Así que han sido 37 años “soltando rollos de Historia”, como dice él. Sus primeras oposiciones las suspendió por amor: estaba en pleno examen desarrollando el tema geográfico de la Circulación General Atmosférica, sí, masas de aire, corriente en chorro, el perpetuo dinamismo de borrascas y anticiclones, de corrientes marinas y huracanes… pero en esos momentos su novia llegaba en tren de Barcelona y él tenía el hotel reservado… de modo que en su cerebro todos aquellos torbellinos, altas y bajas presiones girando, centígrados y milibares, subiendo y bajando… mientras su novia estaba llegando, después de tres meses sin verse… pues hicieron que en su sesera, cada vez más líquida y seminal, las neuronas que giraban con la troposfera ya no daban pie con bola y fueron sustituidas por remolinos espermáticos de ideas fijas, así que entregó el examen a medio escribir, abandonó por la cara (o por los testículos) y salió pitando hacia la estación del tren. Lo que se dice un tío formal, responsable, centrado y con la cabeza bien amueblada.

En 1989 el primer Instituto fue Campillos (Málaga) donde al principio lo confundían con un alumno; el curso siguiente fue el histórico Padre Suárez (Granada) donde cató el horario nocturno para el que había nacido; y cuando el tercer año le dieron destino definitivo -tan lejos, tan inesperado, tan chocante- en un pueblo de la Sierra de Cádiz, en Nuestra Señora de los Remedios, resultó que era un Instituto con la modalidad nocturna para adultos. Coincidencias cósmicas. Desde entonces -1991- ya para siempre ubriqueño. Se casó con Yolanda en 1993 añadiendo al censo nueva belleza serrana. Su horario pasó de ser diurno a tener un poco de nocturno, hasta que en 1994 el hedonista impuro se hizo nocturno puro: llegarían 30 años más, así, murciélago, sin interrupción.
Ha sido feliz con su trabajo y ha querido mucho a su alumnado. Al parecer la mayoría de ellos –de edades tan dispares como los 16 o los 70 años- también lo han apreciado. Ha disfrutado y se ha reído mucho con sus compañeros profesores y conserjes (tantos amigos queridos) y la relación con sus Jefes y Jefas de Estudios de Adultos ha sido siempre emotiva, cariñosa, fecunda y satisfactoria (aunque Vicky lo haya tenido que aguantar en esas sus últimas fases cada vez más torpes, decadentes y pre-jubilatas). La conexión con Ubrique se haría más visceral cuando fue padre en 2003 y 2006, criando feliz a dos nuevos ubriqueños, y estableciendo con el Insti y con el pueblo, definitivamente, una alianza casi matrimonial. Volver al diurno en su último curso (2024/2025) ha sido una experiencia feliz y gratificante, además de agotadora en ocasiones. Se ha llevado a esas chavalas y chavales en el corazón.

Ejercicio de agudeza visual: ¿Qué miembro de la familia no ha conseguido coronar El Veleta?
Le perdonaremos que mintiese a todo el mundo cuando en junio decidió mover los papeles de la jubilación, pero lo hizo con toda la intención y a conciencia… pues quería evitar cualquier tipo de celebración. Eso ya lo sabemos, pues hizo el payaso por whatsapp. Pero os quiere a todos, al Insti, al pueblo, a Cádiz. Y, por supuesto, lo seguiremos viendo en el cineclub y en los bares.
